Pasar buena parte o todo el día en ese estado, en el que cada vez te sientes más cansada, hace que te des cuenta que dispones de poca energía para hacer las actividades que debes realizar.
Uno de los síntomas que nos indican que estamos atrapados en la actividad de la mente es estar todo el día enfadada.
Sentir enfado sin ser consciente del motivo, es un mecanismo de supervivencia, una respuesta natural frente a una experiencia abrumadora que en ese momento no podemos procesar.
Es común que te sientas desmotivada; en este punto será necesario tomar una pausa para salir de este círculo vicioso.
¿DE DÓNDE VIENEN ESOS PENSAMIENTOS REPETITIVOS?
Muchos de los pensamientos que tenemos han estado allí antes de que cada uno de nosotros haya nacido.
Los absorbemos del núcleo familiar, de la escuela, de las personas y espacios, con los que hemos interactuado.
Los pensamientos vienen de algo que ocurrió en el pasado y que no ha podido ser canalizado y/o integrado. Una experiencia que no ha podido procesarse y ha quedado como un movimiento del cual no somos conscientes.
De modo que no somos los pensamientos, tenemos pensamientos. es una perspectiva diferente en la que se nos abre la posibilidad de explorar y preguntarnos:
¿Qué está pasando conmigo y por qué tengo este pensamiento?
¿De dónde viene este pensamiento?
¿Cuál es su origen?
¿Qué hay detrás de este o estos pensamientos que tengo?
¿Qué y cómo se activa este pensamiento?
¿Qué y cómo se sostiene?
¿QUÉ HACEN QUE COBREN FUERZA LOS PENSAMIENTOS REPETITIVOS?
Una de las cualidades de la mente es crear; ya en las tradiciones ancestrales y más concretamente Buda, reflexionaban sobre ello: "La mente lo es todo. Lo que pienses, en eso te conviertes."
Quedar atrapados en un pensamiento señala que nos hemos identificado o hemos creído en ese pensamiento. Esto refuerza el patrón ya no sólo a nivel mental, sino que éste va tomando otras formas.
Se va cargando de emociones, le damos vida interna y externa a través de la acción o inacción. Se puede decir que el pensamiento se ha cristalizado, una forma de congelamiento de la actividad mental, esta queda en una suerte de bucle.
Desde la psicología y corrientes humanistas a esta situación se le conoce con el nombre de “rumiar”, masticar una y otra vez lo mismo, en este caso los pensamientos.
¿QUÉ PASA EN NUESTRO ORGANISMO CON ESE RUMIAR DE LA MENTE?
Dentro de nuestro cerebro tenemos circuitos mentales, emocionales y físicos que se interrelacionan constantemente. El sistema nervioso se ramifica por todo nuestro cuerpo, desde la punta del cabello hasta la uña del dedo gordo.
Todo está relacionado y comunicado a través de las pulsaciones electromagnéticas; el cuerpo físico es un gran contenedor de la información, tiene memoria.
Al quedar atrapados en la cristalización del pensamiento será éste quien conducirá nuestro estado mental, emocional y, por ende, nuestras acciones.
Una mente rumiante nos lleva a padecer diferentes síntomas, uno de los más comunes es no disponer de la energía necesaria para concentrarse en aquellas tareas o actividades que pueden ayudarnos a generar un clima diferente.
La mente rumiante, que da vueltas en relación a uno o varios pensamientos, que repite, genera continuamente ramificaciones en torno a lo mismo, es uno de los sostenes de la llamada procrastinación.
Esto constituye una fuga de nuestra energía vital que lleva nuevamente al cansancio y a la desmotivación, sin duda este estado de actividad mental desvitaliza, incluso nos desmineralizan a nivel físico; siendo así una fuente de acumulación de estrés.
Desde ese estado es difícil concentrarnos ya que la tendencia será caer en distractores que fortalecen los patrones de pensamiento, que conllevan a rumiar continuamente.
¿CUÁLES SON LAS CONSECUENCIAS DE UNA MENTE RUMIANTE?
Tendencia a proyectar en los otros y en situaciones nuestro estado interno.
Las personas se vuelven reactivas, no hay posibilidad de reflexión y discernimiento
Los pensamientos derivan en negativos y en auto-agresión
Las personas viven un estado de angustia (por pensamientos asociados a experiencias en el pasado)
Desconexión de las necesidades básicas, entre ellas: escuchar al cuerpo
La mirada y el sentir se estrechan, con lo cual se va perdiendo el poder personal y la capacidad de elegir.
Encasillamiento y empobrecimiento de experiencias vitales.
Este estado tiende a agravarse con el tiempo.
Es común que las personas sientan por un lado angustia, derivada de pensamientos que les recrea el pasado y ansiedad por lo que pudiera ser el futuro, generalmente catastrófico.
Estos pensamientos los viven y los padecen en el cuerpo, sumando las emociones, quedando la experiencia oscilando entre la apatía, la tristeza y el enfado.
A razón de los condicionamientos socio-culturales; las personas tienden ocultar, a no reconocer su tristeza (esto puede ser incluso inconsciente); es preferible “ponerse” y/o “andar” enfadado; y más cuando se tienen ciertas obligaciones sociales que atender, con lo cual esta situación le lleva a desconectarse de partes de sí, de su cuerpo, para poder afrontar, llevar adelante el día a día.
Se requiere presencia y energía para poder movernos y salir del patrón de repetición mental que hemos sostenido y fortalecido como práctica en el tiempo.
¿CÓMO SALIR DE UNA MENTE RUMIANTE?
Aquí te ofrezco algunas claves muy sencillas que puedes incluir en tu día a día para crear ese nuevo espacio de relación y con el cual saldrás del bucle mental.
Realizar ejercicios de respiración consciente, al menos 10 minutos diarios.
Dar paseos en la naturaleza. Especialmente, escuchar el sonido de un manantial o darse “baños de bosque”.
Incorpora la atención plena o “mindfulness”, al menos 15 minutos en tu día a día como ejercicio de presencia, a fin de mantener y ganar espacio en el aquí y ahora.
Expresar la acumulación de actividad mental, a través de la expresión artística: dibujo, danza, canto, entre otros.
Busca ayuda terapéutica, a fin de que puedas realizar un trabajo de indagación y conocimiento, sobre lo que pudiera estar sosteniéndote en ese estado.
Buscar un grupo de apoyo, en el cual puedas expresar y hablar de lo que estás sintiendo.
Observar qué hábitos o patrones de comportamiento has aprendido de tu núcleo familiar de origen, estás reproduciendo actualmente y que contribuyen con este rumiar mental..
Revisar esos asuntos que estás dejando de lado, de los que no te estás haciendo cargo, y que tienen que ver directamente con la relación y el diálogo interno que estás sosteniendo contigo.
Revisar qué está pasando en tu entorno, ¿Qué energía te está rodeando o alimentando tus espacios?
Ordena tus espacios, para mí esto es vital; aliviar la carga energética y visual, poner orden, serena la mente.
Te dejo una meditación, para ayudarte a salir de ese rumiar y dar vueltas interminables y así recuperar tu energía. (Descarga el audio aquí: ENLACE) Habitando el Cuerpo.
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Conociendo el poder que tiene la conexión con la naturaleza, como asesora de aceites esenciales, te recomiendo para acompañar tu proceso de exploración e indagación con el aceite esencial MENTA, especialmente creado para refrescar y conectar con una sensación de expansión interna, contiene: mentha piperita.
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